1. La conclusión que sacamos en Hara, 1969 y Hara, 1980, o sea, la de que la característica fonética del español hablado en América consiste en su relajación no está equivocada, ni mucho menos. Es verdad que en la proporción entre relajación y tensión en Canfield, 1981 y Zamora & Guitart, 1982, ésta ocupa un lugar importante, y a primera vista parece imposible sacar la conclusión arriba mencionada. Sin embargo, todos los fenómenos de tensión son muy locales y no hay correspondencia l a l entreéstos y los de relajación que se hallan extendidos casi en la mayor parte de América de habla española. Si se tuviera en cuenta ese factor areal, la proporción entre relajación y tensión resultaría quizás 100: 1.
2. Si se observa con más minuciosidad, la mayor parte de los fenómenos de tensión no aparece en la superficie de las características fonéticas del español hablado en América y parece que queda más bien latente en su fondo. Por ejemplo, el desdoblamiento de los fonemás vocálicos procede originalmente del cambio -s>-h>φ, el cual nos consta que es una relajación.
Por otra parte, aquel fenómeno se interpreta como tensivo debido al desdoblamiento de los fonemás vocálicos de 5 a 10 (algün estudioso dice que de 5 a 9 y otro, a 8), el cual no se nos nota al menos superficialmente.
Otro ejemplo. Hay regiones en que las letras ‘11’ e ‘y’ se pronuncian [3]. Este fenómeno quiere decir que los sonidos [_??_, j] se cambian a [3], o sea, que los sonidos no rehilados se cambian a rehilados, lo cual se interpreta como fenómeno de tensión desde el punto de vista fonético. Sin embargo, al oido del amateur no le suena tensivo ni relajado.
Lo mismo se puede decir de la /r/ velar ensordecida.
En cuanto a vocales caedizas, ya que ellas tienden a caer, es un fenómeno de relajación, pero para compensar el debilitamiento vocálico, ocurre el fortalecimiento consonántico, que es, desde luego, un fenómeno de tensión. o sea que es tensión a la vez que relajación. Sin embargo, el debilitamiento vocálico sobresale y a nuestro oído le parece cue queda latente el fortalecimiento consonántico.
En resumen, entre los fenómenos que se interpretan como tensivos, hay algunos que no sobresalen a la superficie fonética sino que parecen éstar latentes en el fondo. Por lo general, en los fenómenos que se interpretan como tensivos a la vez que como relajados, en la superficie se déstaca el factor relajado. Los fenómenos de tensión que se déstacan hasta en la superficie son tres, o sean, el alófono africado o estridente de /y/, los alófonos oclusivos de /b, d, g/ ante /y, w, l, r, s/ y la oclusión glotal que aparece en consonantes geminadas.
3. Takebayashi dice muy bien al alegar que la lengua viva se dirige, en líneas generales, a una dirección determinada, pero si se la observa con más minuciosidad, se encuentran diversas corrientes contrarias y éstancamientos, en fin, nos presenta un aspecto muy complicado. En este sentido, tenemos razón al alegar que el esparol hablado en América tiende, en líneas generales, a relajarse, pero al mismo tiempo no podemos menos de reconocer que se encuentran unos fencómenos de tensión como una pequeña corriente contraria.
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