La obra
Doña Perfecta de Benito Pérez Galdós comienza con la descripción de que Pepe Rey, quien estudiaba tanto en Inglaterra como en Alemania, entra a una ciudad regional de España, Orbajosa. Con su presencia en la tierra clausurada que esta alejada de la influencia de Madrid, se perfila el carácter de la ciudad en la novela. En este caso, el visitante del exterior desempeña el papel de reflejar el modo de ser del lugar.
Entre las obras de Gabriel García Márquez, hay algunas novelas y cuentos, cuyos escenarios son comunidades cerradas al mundo exterior, y cuando aparecen los visitantes de afuera en la comunidad aislada, el lugar destaca su caracter verdadero.
En Cien años de soledad, algunos elementos del exterior como las misiones de los padres, o la compañía bananera establecida por el capital extranjero, introduciendose al escenario, Macondo, surgen varios caracteres de esta comunidad. Estos caracteres no desaparecen con el paso del tiempo y ni tampoco se ven cambiados por la gente del exterior.
A diferencia de Orbajosa donde la tradición católica es fuerte, Macondo carece de fe profunda y ni tampoco se establece. En cambio, por la carencia de fe Macondo tenía la posibilidad de recibir muchas cosas del exterior, sin ser cautivo de la tradición religiosa.
Sin embargo, Macondo no ha podido lograr el desarrollo autónomo, estableciendo invenciones y organizaciones que vienen de afuera; una causa proviene de la confianza del pensamiento mágico de los macondinos y eso tiene que ver con la vision de Garcia Márquez hacia América Latina. Refiriéndose a Cien años de soledad, García Márquez dice que simplemente se referia al mundo de presagios, de terapias, de premoniciones y de supersticiones, lo cual es muy latinoamericano. Macondo, descrito en Cien años de soledad, es una comunidad en la que se ve reflejada esta visión.
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