La prueba de Sakai (1983b) era inducir el índice de cambio de las consonantes con 1554 hipocorísticos. Por ejemplo, cuando Jesüs cambia en Chus, ocurre un cambio consonántico de x>ch, con lo cual la x cuenta -1 y la ch, +1 en cada índice.
En Sakai (1983 a), tratando los 181 hipocorísticos en que se reduplican ciertas consonantes, hemos propuesto una fórmula para crearlos; - (C1V1) -C2V2XC3V3- (C4V4) - (S) [±m]. Allí ha resultado que el índice de cambio o de asimilación afecta propensamente a la dirección de la asimilación; progresiva o regresiva.
Ahora comparamos primero el índice de cambio que hemos visto en Sakai (1983b) con el de asimilación que se encuentra en Sakai (1983a). En resumidas cuentas podríamos decir que las ch, y y l son las consonantes resistentes, las s, c, r, d y x son las perdidosas y las p, ñ, sh, g, ll, m, rr y b se quedan en medio en la formación de hipocorísticos españoles (figura 1, 2).
Si vemos la frecuencia de cada consonante que nos presenta Navarro (1966), podemos observar que el índice de cambio o de asimilación de una consonante está en razón inversa a su frecuencia en general. A saber, cuanto más frecuencia tiene una consonante, más se pierde en los hipocorísticos y viceversa (figura 1, 3).
En consecuencia llegamos a explicar que la formación de hipocorísticos se basa en el “desvío” no sólo de las vocales, el cual causa la neutralización de género (cf. Sakai 1984), sino de las consonantes, el cual conduce a las palabras comarcanas del español, digamos, auténtico; palabras de niños, onomatopeya, caló, voz india, anglicismo, etc.
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